Proponemos una selección en la que «winelovers» irredentos y bebedores sin criterio se pondrán de acuerdo con una copa en la mano, ocho vinos relativamente fáciles de encontrar que harán las delicias de ese cuñado sumiller tan sabihondo o del suegro con boina que solo bebe tetrabrik, y sin carbonizar la visa.
De los 8 vinos encontramos estos;
Pago El Espino 2014
A simple vista, la mezcla de varietales de Pago El Espino parece anunciar otro de esos vinos absurdos de los 90: Petit verdot, siyrah y tempranillo. Una variedad de Burdeos, otra del Ródano y una peninsular. Para completar la ecuación del absurdo, los viñedos están plantados en Ronda, en el corazón de Malaga. Tranquilos, todas los ideas apocalípticas y preconcebidas sobre los tintos andaluces de variedades foráneas desaparecen en cuanto el vino está en la copa. Es equilibrado, sorprendentemente fresco en nariz, sin rastro de los aromas a fruta sobre madurada tan característicos de latitudes cálidas y con un fantástico trabajo de madera que se traduce en una enorme facilidad de trago. La botella se acaba casi sin darse cuenta. Si tiene un poco más de presupuesto hágase con unas botellas de sus hermanos mayores, Tadeo y Pinot Noir, dos joyas que han colocado a esta pequeña bodega de la Serranía de Ronda en el mapa de los mejores tintos españoles.
Valdesil Godello
Valdeorras es el tesoro oculto del viñedo español, reivindicado en los últimos años por prensa y aficionados cualificados, es (todavía) una zona desconocida para el gran público, aunque apellidos ilustres como Valdesil llevan tiempo tomando posiciones. Viñas viejas de godello que crecen rodeadas de bosques con el rio Sil al fondo. ‘Bodegas Valdesil’ posee algunos de los viñedos más viejos de España. Su blanco más proletario, elaborado con la mezcla de varios viñedos, es el vino perfecto para iniciarse en los misterios de una variedad elegante y sutil como la godello. Versátil y perfumado, el mar es su territorio en la mesa, aunque se enfrenta con entereza a chacinas y conservas.
Roda I Reserva 2010
Recién cumplidos los 25 años, Bodegas Roda se ha convertido, en tan corto espacio de tiempo, en un clásico de nuevo cuño, con un pie en la tradición y otro en la modernidad. Esa doble militancia se transmite a sus vinos sin contradicciones. Suelen lucir en nariz los tonos propios de la evolución en botella, pero a la vez son frescos y amables, con esa acidez característica de los grandes tintos riojanos de toda la vida y una cierta golosura frutal que entronca con las elaboraciones más modernas. Este Roda I 2010 conserva todavía unos taninos nobles que le garantizan una notable capacidad de envejecimiento en botella y parecen hechos a la medida para enfrentarse a asados moderadamente grasientos (cordero al horno, pularda…).
Le Rose 2015
El mejor rosado de España es un clarete. Ya está, lo he dicho. Décadas de elaboraciones facilitas y poco ambiciosas han colocado estos vinos en la diana de los amantes de los vinos. Revisa una guía de vino al azar, te costará encontrar un rosado en la parte alta de la tabla. Le Rosé es otra cosa, recupera el estilo de los históricos claretes castellanos, desaparecidos con el advenimiento de la Denominación de Origen Ribera del Duero. A diferencia de (casi) todos los rosados españoles, nace con ambición de grandeza. Con uvas de calidad de variedades tintas (Tinto fino y Garnacha) y blancas (Albillo) de viñedos de entre 80 y 100 años de edad a 1.000 metros sobre el nivel del mar. El responsable de esta joya es Bertrand Sourdais, un francés del Loira con las cosas claras. En la mesa es versátil como pocos, podemos emplearlo como un blanco o como un tinto y hacer toda la comida con él. No es barato, pero merece la pena.